¿Están regresando los hits de más de 3 minutos?

 

En una entrevista con la BBC, Lady Gaga responde desafiante a la pregunta: “¿Cuál es la duración perfecta para una canción pop?”. Su respuesta es rotunda: “La que el artista quiera que tenga”. Aunque suena lógico, las listas de éxitos han contado otra historia en los últimos años.

Durante la era del streaming, las canciones se acortaron drásticamente. Según datos analizados por la BBC, entre 2004 y 2018 la duración media de los éxitos del Top 40 en Reino Unido rondaba los 3 minutos y 45 segundos. Sin embargo, en 2019, apenas dos años después de la expansión global de TikTok, la media cayó a 3 minutos y 12 segundos. La lógica era simple: en una plataforma basada en clips de pocos segundos, captar la atención inmediata valía más que desarrollar una obra completa.

El reinado de la brevedad

Compositoras como Ines Dunn y Claudia Valentina explican que TikTok cambió radicalmente la forma de escribir canciones. Las estructuras tradicionales (intro, versos, puentes, outro) se comprimieron, eliminando partes para llegar antes al estribillo. El ejemplo más claro es Boy’s a Liar Pt. 2 de PinkPantheress e Ice Spice, que prescinde de intro y puente para concentrar todo en un gancho repetitivo.

PinkPantheress, famosa por temas brevísimos como Attracted To You (1:07) o I Must Apologise (1:48), ha defendido este formato como algo natural para ella. Su álbum Fancy That dura apenas 20 minutos, pero genera las mismas regalías por reproducción que discos mucho más extensos.

Este enfoque, sin embargo, provocó que muchas canciones virales se redujeran a un único momento memorable, repitiéndose hasta el final, como I Like The Way You Kiss Me de Artemas (2:22) o Unholy de Sam Smith y Kim Petras (2:36). Un formato funcional para el algoritmo, pero que en ocasiones sacrificaba profundidad musical.

El cambio de tendencia

Tras tocar fondo en 2019, la duración de las canciones empieza a subir otra vez. En el primer semestre de 2025, la media rozó los 3 minutos y 30 segundos, y en las listas encontramos temas que superan con creces esa cifra: Messy de Lola Young (4:44), Pink Pony Club de Chappell Roan (4:18) o People Watching de Sam Fender (5:11).

Estos trabajos destacan por su narrativa y perspectiva única. Messy es un himno a la autoexploración y la duda interna; Pink Pony Club, una historia de liberación personal para jóvenes queer de entornos conservadores; y People Watching, una reflexión melancólica sobre la soledad contemporánea.

La compositora Ines Dunn cree que este cambio responde a un público que “vuelve a querer sentir la presencia real del artista en sus obras”. Para Valentina, “el gusto y la perspectiva personal están volviendo a ser clave”.

Incluso hay quienes han roto todos los límites: Genesis de Raye, de 2024, dura siete minutos, y Yungblud ha lanzado Hello Heaven Hello, un tema-suit de nueve minutos, como respuesta consciente a la “compartimentalización” que impone la música digital.

Rechazo al “Spotify-core”

Además de ganar duración, el pop actual está abandonando la fórmula conocida como Spotify-core: canciones de tempo medio, con tintes de pop, indie y hip-hop, diseñadas para no molestar y encajar en playlists. Artistas como Jade Thirlwall, exintegrante de Little Mix, han apostado por propuestas más arriesgadas, como Angel of My Dreams (3:17), una mezcla frenética de géneros que, según ella, “haría explotar a una inteligencia artificial” por su complejidad.

Este regreso a la creatividad impredecible recuerda a otros ciclos musicales. Como dice el crítico Todd Nathanson, la música no siempre refleja de forma directa los acontecimientos globales, pero sí responde a tendencias emocionales del público.

¿Estamos en una nueva era de “recession pop”?

El término recession pop describe el fenómeno vivido en 2008, cuando la crisis financiera mundial coincidió con una oleada de éxitos optimistas y escapistas como I Gotta Feeling de Black Eyed Peas o Bad Romance de Lady Gaga.

Según datos de Spotify analizados por la BBC, la “valencia emocional”, un índice que mide lo positiva que es una canción en base a elementos como tonalidad, ritmo y letra, tiende a subir en tiempos difíciles. En 2024, el pop británico alcanzó su nivel más alto de felicidad desde 2009, con un promedio del 60% y joyas eufóricas como Hot To Go de Chappell Roan (96%).

Aunque algunos advierten que correlación no significa causalidad, sí es evidente que el público está respondiendo positivamente a canciones más alegres y, en muchos casos, más largas.

El regreso de la paciencia musical

La buena noticia para los compositores es que la atención del oyente parece recuperarse. “No creo que volvamos a canciones tan largas como Bohemian Rhapsody, pero la gente empieza a tolerar otra vez las tres o cuatro minutos”, afirma Dunn. “Eso significa que la gente se implica más, y eso es música para mis oídos”.

Después de años de minimalismo forzado por las redes sociales, el pop está abrazando de nuevo la narrativa, la complejidad y la emoción. Y, como bien dijo Lady Gaga, quizá la canción perfecta no tiene una duración fija… sino la que necesita para contar su historia.